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Dirección: Oliver Stone. País: USA. Año: 2006. Duración: 129 min. Género: Drama. Interpretación: Nicolas Cage (John McLoughlin), Michael Peña (Will Jimeno), Maggie Gyllenhaal (Allison Jimeno), Maria Bello (Donna McLoughlin), Stephen Dorff (Scott Strauss), Jay Hernandez (Domonick Pezzulo), Michael Shannon (Dave Karnes), Armando Riesco (Antonio Rodrigues), Jon Bernthal (Christopher Amoroso), Donna Murphy (Judy Jonas). Guión: Andrea Berloff; basado en las historias reales de John McLoughlin, Donna McLoughlin, William Jimeno y Allison Jimeno. Producción: Michael Shamberg, Stacey Sher, Moritz Borman y Debra Hill. Música: Craig Armstrong. Fotografía: Seamus McGarvey. Montaje: David Brenner y Julie Monroe. Diseño de producción: Jan Roelfs. Vestuario: Michael Dennison. Estreno en USA: 9 Agosto 2006. Estreno en España: 29 Septiembre 2006. |
SINOPSIS
Oliver Stone relata la verdadera historia de supervivencia y heroico rescate de John McLoughlin (Nicolas Cage) y Will Jimeno (Michael Peña), dos policías pertenecientes a la Autoridad Portuaria de Nueva York que quedaron atrapados entre los escombros del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001 después de intentar ayudar a la gente a salir de las torres. La película sigue a sus familias mientras intentan saber qué les ha pasado y al equipo de rescate que consiguió encontrarles y sacarles de entre los escombros. A través de esta historia es posible ver cómo las personas se elevaron por encima de los trágicos acontecimientos ocurridos aquel día.
CRÍTICAS
Pablo del Moral
El director Oliver Stone es uno de los pocos cineastas contemporáneos que han demostrado que, en algunos casos aislados, el estilo puede prevalecer sobre la trama de una película. En legendarias cintas como «The Doors«, «Asesinos natos» y «JFK: Caso abierto«, este hábil cineasta empleó con febril entusiasmo todas las herramientas del arte cinematográfico para adornar historias repletas de amarga ironía, descabellada paranoia y sublime exceso. Incluso » Alejandro Magno » , aunque fallida desde el punto de vista narrativo, luchaba por despertar emociones en el espectador por medio de épica grandiosidad. Por eso «World Trade Center» resulta un poco decepcionante, aunque sea por razones perfectamente comprensibles… obviamente Stone no trivializaría con adornos visuales un evento tan impactante y trágico como el ataque del 11 de septiembre del 2001 sobre las Torres Gemelas en Nueva York… aunque quizás debió intentar algo más propositivo. Por eso me pregunto si Stone fue el director apropiado para contar esta historia.
Independientemente de la opinión o política personal sobre ese evento (por favor no me escriban sobre las múltiples conspiraciones que Internet ha fomentado acerca de los ataques; las he leído todas y no me parecen convincentes… aunque estoy abierto a la posibilidad de que haya un grano de verdad en esa abundante cosecha de paranoia), una cosa es indudable: mucha gente inocente sufrió, y sigue sufriendo, por causas totalmente ajenas a ellos. Sabiamente, Stone prefiere centrar la película en ese aspecto humano, y no en la mecánica misma del ataque o en sus más amarillistas aspectos .
La trama adapta la historia real de dos policías, John McLoughlin ( Nicolas Cage ) y Will Jimeno ( Michael Peña ), quienes quedaron atrapados durante muchas horas bajo las ruinas de las Torres Gemelas. Simultáneamente vemos el drama que sufren sus familiares, particularmente sus esposas Donna ( Maria Bello ) y Allison ( Maggie Gyllenhaal ), quienes no sólo deben asimilar el ataque a los Estados Unidos, sino la incertidumbre de la situación de sus esposos. Este enfoque narrativo se traduce en una película sincera y emotiva… pero también un poco aburrida.
Supongo que no es razonable (ni muy sensible) esperar entretenimiento de principio a fin en una película con temas difíciles y dolorosos, pero también hay que aceptar que Stone tiene, hasta cierto punto, la responsabilidad de añadir algún elemento adicional para justificar la existencia de la película como «docudrama». Después de todo, la misma historia se ha contado de forma eficiente y también emotiva en los incontables documentales que cada año se exhiben en televisión alrededor del aniversario de los hechos. Por coincidencia (¿o conspiración?), escribo esta crítica el 11 de septiembre del 2006, y desde hace días los canales especializados (como Discovery Channel y The History Channel) dedican su programación entera (¡incluyendo infomerciales de «monedas conmemorativas»!) a los ataques del 11 de septiembre. ¿Entonces, qué nos ofrece Stone con su estilizada pseudo-realidad, que no podamos ver en los documentales? Francamente, muy poco.
Además de algunas impresionantes escenas del derrumbe de las Torres Gemelas, donde presenciamos desde su interior el caos y terror que experimentaron las víctimas, Stone limita su estructura al viejo estándar en las películas sobre desastres, dividiendo la atención entre las víctimas y sus familiares. Al menos las actuaciones son buenas. Sin embargo, la inclusión de actores reconocibles (con la excepción de Michael Peña) rompe irremediablemente la ilusión de realismo, destruyendo con ello gran parte del peso emocional de la historia. Stone debió seguir el ejemplo de Paul Greengrass, quien empleó actores desconocidos en » United 93 » para preservar esa sensación cuasi-documental de realismo y cercanía a los personajes. No cabe duda, Nicolas Cage, Maria Bello y Maggie Gyllenhaal son intérpretes de gran rango y talento, pero quizás no fueron los más apropiados para encarnar estos papeles.
La primera media hora de la película y sus últimos veinte minutos son tensos y fascinantes; pero durante su extensa parte media «World Trade Center» se vuelve repetitiva y difusa, al mismo tiempo que languidece su ritmo. He visto con mucho mayor interés los documentales que cuentan la misma historia, y aunque esta cinta de Oliver Stone está perfectamente dirigida y ejecutada, no me parece que aporte mucho al tema. Estoy seguro de que su intención de honrar a las víctimas y a los héroes de la tragedia fue sincera, pero no puedo evitar la sensación de que, a fin de cuentas, no es sino la acostumbrada explotación hollywoodense de un desastre. Quizás en 50 años (si sigue el mundo rodando), se hará una nueva versión, al estilo de «Titanic» donde no quede duda sobre esa mercantilista intención. Pero en el presente le daré a Stone el beneficio de la duda y recomendaré esta cinta como una buena (aunque un poco cansada) obra cinematográfica. No obstante, para realmente conocer la historia real (o tan real como sea posible), creo que los documentales televisivos llevan la ventaja. Excepto si son sobre conspiraciones.
[La butaca]
Julio Rodríguez Chico – La otra cara de la tragedia
El tercer milenio comenzó con la violencia por bandera, y el 11 de septiembre marcó el inicio de una época de miedo y venganza que suponía de hecho una nueva guerra fría, ahora con la amenaza terrorista islámica. Pasados cinco años de la tragedia de las Torres Gemelas, Oliver Stone , un director nada susceptible de plegarse al poder político norteamericano (“JFK: Caso abierto”, “Nacido el 4 de julio”), ha querido rendir homenaje a los héroes que aquel día pusieron su vida al servicio de quienes habían quedado atrapados entre los escombros. A partir del testimonio de dos policías rescatados con vida, se propone posar la mirada en algunos hombres buenos –que en realidad fueron muchos– y recrear las circunstancias que les permitieron volver a ver la luz del día.
La propuesta de Stone es marcadamente americana tanto en sus contenidos como en su puesta en escena, a pesar de que su núcleo central –el corazón humano y el instinto de supervivencia– sea universal y válido para cualquier espectador. Pero nadie como ellos apreciará el discurso encerrado en cada plano y en cada partitura, encaminados a exaltar la solidaridad de un pueblo unido en sus valores tradicionales y democráticos. De manera intencionada, no dedica una sola imagen ni diálogo a los terroristas, decidido a mostrar la cara buena y positiva de la catástrofe, a valorar el sentido del deber solidario, y el papel desempeñado por la familia y las creencias religiosas en esos trágicos momentos. Es una visión patriótica, emotiva, y también honesta –no política, como algunos han querido verla–, que da lo que promete, sin engañar a nadie en su propósito ni en la manera de lograrlo: sirva de ejemplo el marine, figura del héroe americano, solitaria y desgajada de la trama central pero necesaria para completar la galería de americanos dispuestos a poner sus dones al servicio de la comunidad (al más puro estilo americano que Ford y Capra exaltaron en su tiempo).
Su narrativa comienza de manera directa y sin entretenerse en prolegómenos, para colocar enseguida a los protagonistas entre escombros y recoger su lucha por la supervivencia, a la par que refleja la angustia de sus esposas y algunas actuaciones cargadas de espíritu de sacrificio: en esos momentos de agonía y de drama, el ritmo del guión decae y se prolonga excesivamente, pero la historia nunca pierde su vigor narrativo gracias a una puesta en escena visualmente poderosa y eficaz. Stone se sirve de algunos flash back para evocar felices momentos familiares que dan fuerza a sus personajes en su lucha contra la muerte, o les confiere un sentido religioso que les lleva a hacer balance de su vida y rezar a Dios –pasajes ilustrados con imágenes efectistas de tono surrealista y dudoso resultado–. La puesta en escena es espectacular y alejada de cualquier realismo –nada que ver con lo que Paul Greengrass realizó en » United 93 » –, con una estupenda fotografía, principalmente en las escenas tenebristas entre los escombros, y una banda sonora eficacísima que logra momentos muy emocionantes en los que al espectador le costará controlar sus sentimientos. En ocasiones, el director de “Platoon” recurre también a movimientos de cámara en ralentí, omite el sonido ambiente de escenas para dejar únicamente una música extradiegética, o inserta planos en negro que expresen el estado interior de sus personajes tras los diversos derrumbes del edificio. Son recursos eficaces destinados a implicar emocionalmente a un público que recuerda perfectamente lo ocurrido, y que ahora reaviva su imaginario con unas imágenes impactantes. Por eso, es posible que la fuerte impresión venga más de la propia realidad vivida y recordada que de una ficción, por otra parte bien construida y contada. En este punto, las interpretaciones resultan correctas aunque no sean determinantes, pues están a merced de los acontecimientos y de la puesta en escena: tras un inicio en el que prevalece el carácter televisivo y no se alcanza la tensión dramática propia del momento, los personajes adquieren fuerza al quedar sepultados y acaban arrastrando al espectador en su lucha por la vida.
En definitiva, una convencional y espectacular aproximación al atentado terrorista de la Zona Cero , que sabe mantener la atención del respetable y conmoverle . Y un merecido tributo a tanta gente que ayudó e incluso dio su vida en aquellos terribles momentos, que merece ser vista para percatarse de hasta dónde es capaz de llegar el hombre en su capacidad destructiva, pero también en el potencial de bondad que atesora. Digamos, por último, lo interesante que resultaría verla en relación con la dirigida por Greengrass para descubrir los distintos modos y maneras de acercarse a una realidad reciente e impactante.
[la butaca]