August Rush
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Dirección: Kirsten Sheridan. País: USA. Año: 2007. Duración: 113 min. Género: Drama, musical. Interpretación: Freddie Highmore (August Rush), Keri Russell (Lyla Novacek), Jonathan Rhys Meyers (Louis Connelly), Terrence Howard (Richard Jeffries), Robin Williams (Maxwell "Brujo" Wallace), William Sadler (Thomas Novacek). Guión: Nick Castle y James V. Hart; basado en un argumento de Paul Castro y Nick Castle. Producción: Richard Barton Lewis. Música: Mark Mancina. Fotografía: John Mathieson. Montaje: William Steinkamp. Diseño de producción: Michael Shaw. Vestuario: Frank Fleming. Estreno en USA: 21 Noviembre 2007. Estreno en España: 14 Diciembre 2007 |
SINOPSIS
"August Rush" cuenta la historia de un carismático joven guitarrista irlandés y una sobreprotegida violonchelista, quienes comparten un encuentro romántico una mágica noche de verano en Nueva York. Debido a circunstancias desafortunadas, la joven pareja es separada tras este breve encuentro, dejando como única estela a un niño, August, huérfano por accidente. Ahora, August, de 11 años, se encuentra ganándose la vida como músico callejero, bajo la tutela del misterioso Brujo. Pero August posee un talento musical excepcional, e intentará hacer uso de él para poder reencontrarse con sus padres.
CRÍTICAS
Música y lágrimas
Buenas intenciones no le faltan a la directora, Kirsten Sheridan, la hija del extraordinario cineasta irlandés Jim Sheridan, que pretende equilibrar realismo y magia, al estilo de En América, una buena película de su padre, con la que comparte el tema central: los lazos familiares. Sin embargo, la cineasta no tiene todavía la maestría y el oficio de su progenitor, por lo que el resultado se queda a años luz. Para filmar un cuento irreal que resulte convincente y que el espectador llegue a aceptar los aspectos ‘mágicos’ de la trama y dejarse llevar, es necesario el talento de un Frank Capra, y no es éste el caso.
Atención a un argumento que no tiene desperdicio. Louis, cantante de rock, acude a contemplar la luna en la azotea de un edificio, por la que pasaba casualmente Lyla, una violonchelista. Surge súbitamente el amor y ambos pasan la noche juntos. Al día siguiente, el enojadísimo padre de Lyla se lleva para siempre a su hija lejos de su amado Louis. Ella se ha quedado embarazada, pero justo cuando va a dar a luz sufre un accidente de coche. Como tiene al niño estando en coma, el maquiavélico padre de ella entra en acción nuevamente, y le dice a Lyla que ha perdido al niño. Así lo da en adopción a escondidas y acaba en un orfanato. Curisoamente el pobre muchacho, un prodigio de la música, asegura que puede escuchar la voz de sus padres, a pesar de que éstos, ¡no saben ni que existe!
El principal escollo del film es el guión, a pesar de estar coescrito por James V. Hart, veterano responsable de Drácula, de Bram Stoker, (sobre un vampiro obsesionado con su amada perdida), de Hook (donde tocó el tema de la infancia y la separación familiar), y de Contact (sobre una mujer obsesionada con su padre perdido). Hart no estaba ni de lejos inspirado, pues a veces recurre a giros de folletín decimonónico, y muchísimas veces a las grandes casualidades (encuentros improbables padre-hijo, madre-asistente social que el día antes ha estado con su hijo, y hasta madre-padre-hijo en un Nueva York que parece un pueblo de dos calles). Numerosos cabos no acaban de cuadrar: ¿Cómo pudo el padre convencer a su hija de que su bebé ha muerto y darlo en adopción? ¿Ninguna enfermera mencionó al bebé? Un niño prodigio, pero muy que muy prodigio aprende solfeo, ¡en dos minutos!… Los diálogos, estilo "he venido aquí siguiendo la música", son poco creíbles, rebuscados y cursis, especialmente en la escena del tejado donde se conocen los padres del protagonista. Y los momentos supuestamente emotivos, acaban siendo sensibleros y edulcorados.
A su favor cuenta con evocadores números musicales (el film es soterradamente casi un musical) y con un estupendo reparto. Freddie Highmore (Charlie y la fábrica de chocolate, Descubriendo Nunca Jamás) es uno de los niños actores más expresivos del cine reciente. Keri Russell y Jonathan Rhys Meyers son bastante eficaces. Y Robin Williams es ideal para un personaje muy oscuro, con un lado paternal, descaradamente calcado del Fagin, de Oliver Twist. Además, tiene buen fondo, pues aboga por la unión familiar y sugiere que existe un vínculo invisible entre padres e hijos.
Música para toda la familia
[Julio Rodríguez Chico. Labutaca.net]
De nuevo estamos en un orfanato y ante un niño que sueña con encontrar a unos padres a los que nunca conoció, pero de los que nota su misteriosa presencia. En esta ocasión es la hija de Jim Sheridan, Kirsten Sheridan, quien firma este drama familiar ambientado en el Nueva York actual y arropado por una estupenda banda sonora. Lo protagoniza Freddie Highmore, el niño de "Charlie y la fábrica de chocolate" y de "Descubriendo Nunca Jamás", que demuestra estar convirtiéndose en un gran actor, aunque aquí la música es realmente quien se lleva la palma, tanto por convertirse en el vehículo para unir lo que el destino fatal había separado como por arrancar los mejores momentos de la cinta.
El niño del título está convencido de que sus padres irán a buscarle al orfanato. Se lo dice su interior y su sentido musical, capaz de percibir la hermosura de la vida detrás de los sonidos más cotidianos y triviales. El problema es que ellos no saben ni de su existencia, por cosas del azar y de algún desalmado que hizo que el idilio de los enamorados durara una sola noche. Han pasado once años desde entonces, él ha dejado el grupo de música rock en el que cantaba, y ella también ha abandonado su prometedora carrera como violonchelista. Ahora August decide salir a buscarles, a la vez que descubre su sensibilidad para la música, de la mano de un nuevo explotador de niños marca Charles Dickens-"Oliver Twist» y de un grupo de góspel de una misión de Harlem.
Estamos ante una historia tierna y conmovedora, de personajes dulces que mueven a la compasión, y situaciones que buscan la lágrima y la emoción. La trama se centra en la necesidad de la familia para alcanzar la felicidad, en la búsqueda de los padres o de la persona amada, y también en la explotación del talento de los niños prodigio por parte de gente sin escrúpulos. Por su parte, el guión está construido de manera convencional y no oculta en ningún momento su previsibilidad, pero es que la película hay que verla como un cuento contemporáneo, complaciente y con mensaje, y entonces cobran sentido las múltiples licencias que se toma y el final feliz. De otro modo, muchos de los giros argumentales y de las casualidades del destino resultarían forzosas e inverosímiles, la misma puesta en escena parecería irreal y artificiosa, y algunas claves no podrían aceptarse: la pérdida del bebé, su reconocimiento en una foto sin haberle conocido, el vertiginoso aprendizaje de solfeo… Pero aceptando su carácter de «cuento de hadas», todo se entiende y sólo se le puede echar en cara cierta pérdida de ritmo narrativo y algunos excesos melodramáticos que aproximan la cinta al acantilado del sentimentalismo por el que a veces parece despeñarse.
Son decisiones y buenas intenciones de la directora, que a algunos de los espectadores no les importará porque se conmoverán como el niño August. No en vano, la interpretación de los actores busca esa misma empatía de sensaciones placenteras en medio de la adversidad. Freddie Highmore trasmite con su mirada la frescura y bondad de la infancia angelical, imagen del hijo modélico que cualquier padre querría tener ?y más si posee ese extraordinario talento musical?, con una expresividad natural que le eleva por encima del resto del reparto. Por su parte, Keri Russell y Jonathan Rhys Meyers dan vida a la típica pareja de enamorados que también buscan enamorar al público, y Robin Williams es quien mayor gestualidad aporta a su personaje, como no podía ser de otro modo. Interpretaciones convincentes y aceptables para una película que encuentra en la música su mayor logro, tanto por la banda sonora que recorre la historia y conduce a los personajes, como por las canciones que interpretan. Las mejores escenas parten también de la música, como cuando August sale del orfanato y descubre entre los ruidos de la calle toda una armonía musical con la que su cabeza elabora una partitura ?recuerda al mundo de Selma en «Bailar en la oscuridad«?, o su primera demostración espontánea con la guitarra en el «albergue de los niños perdidos». Las actuaciones musicales de Lyla y Louis al inicio y término de la cinta suponen otros de los mejores momentos cinematográficos gracias a un montaje paralelo ágil y acorde a la historia narrada, reforzada a su vez por la emotiva y esperanzadora letra de las canciones.
En definitiva, una película familiar y entrañable, llena de esperanza y un halo mágico, donde la historia de lo que se cuenta cede protagonismo ante las sensaciones afectivas y musicales que provoca. El espectador que asista a su proyección fácilmente se conmoverá con los sentimientos que encierra, y también disfrutará con una música cargada de melancolía y romanticismo que servirá para unir a toda la familia.
Pues no habra sido de un gran cineasta, pero la neta a mi me dejo un grato sabor si Usted gusta mielero… pero grato, porque si hay padres metiches y si hay hijas dejadas y hombres que se cansan de luchar… pero tambien es cierto que el amor todo lo mueve.. a mi me fascino, me llevo a las lagrimas y la neta si romanticona y lo que guste, pero genial.
me encanto esa peliculaa la e vistooo cientos de veses y me hizo llorar mis padres son musicos! y yo voy por ese caminoo!
esta pelicula me encanta ..incluso me permitio amar mas la musica… hazta llore al verla..y me huviese gustado otra parte ……de spues k se juntaron
amo esta peli y jonathan rhis tiene una miraada spr linda
esta pelii me encantaa es hermosa la he visto mils d eveses y no me canso !!!!