Sinopsis
¿Qué ocurriría si la humanidad debiera abandonar la Tierra y alguien se olvidara de apagar el último robot? Tras setecientos solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido, esto es, limpiar el planeta, WALL-E descubre una nueva misión en su vida (además de recolectar cosas inservibles) cuando se encuentra con un lustroso robot explorador llamado EVA.
Crítica
Yo soy tú que me haces
Como excelentemente dice el subtítulo en inglés de Wall-E (que muy tristemente en castellano se ha recortado a: “Batallón de limpieza”): “After 700 years of doing what he was built for he’ll discover what he was meant for” (Después de 700 años haciendo la tarea para la que había sido construido, descubrirá aquello para lo que estaba hecho).
En una época futura la humanidad se ve obligada a abandonar el planeta tierra porqué la polución lo ha dejado inhabitable. La humanidad se ha embarcado en un crucero intergaláctico poniéndose cómoda mientras que los robots del batallón de limpieza Wall-e se dedican a limpiar.
Pasan siglos y nos encontramos con nuestro protagonista Wall-e, el último robot del batallón de limpieza que queda en pié después de tantos siglos. Durante todo este tiempo Wall-e ha dedicado la mayor parte de su tiempo a su tarea, pero poco a poco ha empezado a desarrollar un sentido de curiosidad ante la realidad que le envuelve.
La realidad le provoca, recoge basura y en medio de ella se encuentra con utensilios que le hacen preguntar porqué sirven y le remiten a algo más. Cada día empieza su trabajo con una mochila en la que recoge todo aquello que pueda suscitarle una pregunta y se lo guarda como una reliquia en su hogar.
De entre todas las cosas que ha recogido durante siglos, nada le ha provocado tanto como una serie de películas en VHS en las que se ve a gente bailando y enamorados que se cogen de la mano. Intenta imitar la vida de esa gente bailando como ellos, pero en último término siempre se mira las manos sintiendo esa necesidad de otro a quien coger de la mano.
En medio de este submundo, y después de tanto tiempo, acontece algo inesperado, un robot de rastreo llamado Eve aterriza en la tierra en busca de vida. Wall-e se siente inmensamente atraído por este otro dado que es el primer semejante que ve en mucho tiempo. Pero Eve parece absolutamente programada para hacer su trabajo y no fijarse en nada más. Wall-e intenta llamarle la atención de todas las formas posibles, pero la otra está tan robotizada que es incapaz de responder a su llamada. Pero eso no desanima a Wall-e que sigue, incesantemente, en la búsqueda de una correspondencia.
Por fin llega el día en el que Eve debe irse y Walle la sigue en el espacio exterior hasta encontrarse con el transatlántico donde está toda la humanidad.
En el transatlántico nos encontramos toda la humanidad aburguesada, llena de comodidades, pero sin una relación de tú a tú, todo a través de pantallas. Nos encontramos con hombres obesos en los que realizar cualquier acción hacia un tú les ha quedado vetado en todos los aspectos y hasta en lo físico porqué su cuerpo se ha atrofiado con el tiempo. Es gente que ha perdido el deseo que Wall-e tiene tan despierto, están todo el día rodeados pero viven solitariamente, acomodados en el hedonismo y sin necesidad de desear nada más allá.
En medio de este montón de otros y en la búsqueda de este otro que es Eve, Wall-e se pone en camino, saltándose la distancia preestablecida entre los humanos y siguiendo con su tentativa de encontrar una correspondencia con Eve.
Siguiendo por este camino, podremos ver como vocación y misión coinciden, es decir la propia necesidad vocacional, la búsqueda de este otro coincide con la construcción del mundo y llega a abrazar a todos aquellos que se cruzan por el camino.
No voy a contar más de la película porqué no quiero desvelar más secretos. Solamente como anécdota, en la película encontramos un guiño a la película “2001 odisea en el espacio” dónde, antagónicamente a la película, observamos un hombre que se revela contra la máquina porqué “no desea sobrevivir, sino vivir”. En contraposición a “2001 odisea en el espacio” donde vemos una evolución del hombre solitaria, sin necesidad de otro y que se va diluyendo en un estado todavía más espiritual e individualista, en Wall-e vemos justamente lo opuesto: el punto de partida es este Otro, que parte de la realidad, que me hace volver a la realidad y que, paradójicamente, colma mi deseo más infinito.
El yo es relación con un Tu, solamente en esta relación se hace más tú, se convierte en más real y puede abrazar la totalidad de la realidad. Nos encontramos con otro gran guión de Andrew Stanton, podemos ver cómo se ha vuelto a superar otra vez, recordándonos muchísimo al guión de “Buscando a Nemo”. Otra vez nos encontramos con un reflejo de nuestra propia humanidad, en la que como dice el título original, nos perdemos en aquello que hacemos pero en realidad necesitamos descubrir a qué estamos llamados.
Robots con alma
Noveno largometraje de la compañía Pixar, que viene animándonos la vida desde su Toy Story de 1995. Desde aquel año han sido muchos los protagonistas de sus historias: juguetes, insectos, peces, monstruos de pesadilla, coches, superhéroes, ratas… Ahora le toca el turno a un pequeño y simpático robot, cuya historia está ambientada en un futuro muy, muy lejano. Pero más allá del protagonista, esta vez la gran osadía de Pixar ha sido atreverse a estrenar una película de dibujos animados prácticamente muda. Durante la primera media hora no se pronuncia ni una palabra y aun así la cosa funciona. El no va más.
El planeta Tierra está desolado por la contaminación y se ha convertido en un gran basurero de desperdicios. No hay allí ni un solo ser humano y ningún ser vivo es capaz de subsistir en tales condiciones ambientales. Un estremecedor paisaje de escombros se extiende hasta el horizonte. Lo único que se mueve por ese desierto de residuos es un pequeño robot llamado WALL·E, que se dedica a amontonar en forma de edificios las ingentes cantidades de desechos, como si fuera el arquitecto de una apocalíptica ciudad en ruinas.
Su monótona existencia cambia cuando los humanos -que ahora viven en una enorme y alejada estación espacial- envían a la Tierra otro robot, mucho más sofisticado, con la misión de buscar cualquier signo de vida natural.
Con una clara denuncia del maltrato de la naturaleza por parte de los seres humanos, la compañía Pixar se une al tipo de películas que dibujan un futuro nada halagüeño para nuestro planeta, historias futuristas -como Soy leyenda, por ejemplo- que describen los peligros que pueden sobrevenir si el hombre se desentiende del entorno.
Además de este claro sentido ecológico, el guión incide en el lamentable estado al que podemos llegar los hombres cuando dejamos que todo el trabajo, absolutamente todo, lo realicen las máquinas. Resulta muy gráfico el repugnante retrato que se hace de ellos en la estación espacial y produce incluso desasosiego verlos como enormes babosas perezosas, que, además de ser incapaces de cualquier esfuerzo -¡hasta la comida es líquida para que no haya ni que masticar!-, también han perdido cualquier tipo de iniciativa y pensamiento propios. Y es que, viene a explicar didácticamente el film, lo de hacer fructificar los talentos tiene su importancia si uno no quiere acabar su existencia como una ameba.
El director Andrew Stanton, habitual de la compañía y director de uno de sus mayores éxitos, Buscando a Nemo, habla en el film del peligro de la soledad y de la necesidad de sentirse amados, comprendidos, un leitmotiv continuo apuntalado con unas nostálgicas imágenes y canciones de la película ¡Hello, Dolly!. Con ese fin, pone mucho énfasis en humanizar a los dos robots protagonistas, sobre todo a WALL·E, que verdaderamente acaba por resultar entrañable.
Sin embargo, también es verdad que es posible que al espectador no le «llegue» el personaje tanto como el de otras películas. Y es que al riesgo de ser robots se une el pequeño detalle de ser un film mudo. Quizá debido a esta causa se percibe una caída de tensión e interés hacía el segundo tercio del film, al poco de llegar a la nave, y esto es un «handicap» que sin duda puede hacer mella en el público infantil.
Como siempre en Pixar la calidad de los dibujos es meritoria, aunque aquí quizá son más originales las imágenes de la Tierra que las de la estación espacial, cuyo acabado visual es de por sí menos agradecido por su estética futurista. Hay en la película momentos muy destacados: divertidos, como la presentación de la furiosa EVA; o tiernos, como su grabación de seguridad cuando estaba desactivada. Además de la mención a ¡Hello, Dolly!, se pueden buscar otras referencias cinematográficas, como a La guerra de las galaxias, con los dos androides o las claras similitudes entre naves espaciales, etc. Y además hay explícitos homenajes a 2001: una odisea del espacio, con la fuerte presencia del ordenador estilo HAL y la divertida escena en que arrancan los acordes musicales de «Así habló Zaratustra«, del compositor Richard Strauss.
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Ficha técnica

- Título Original: Wall-E
- Dirección: Andrew Stanton
- Guión: Andrew Stanton, Jim Reardon (Historia: Andrew Stanton, Pete Docter)
- País: EEUU
- Año: 2008
- Duración: 103 min min.
- Género: Comedia, ciencia ficción
- Interpretación: (Animación)
- Productora: Walt Disney Pictures / Pixar Animation Studios
- Música: Thomas Newman
- Fotografía: Jeremy Lasky
- Estreno en España: 6 de agosto de 2008