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Título original: Vision. Aus dem leben der Hildegard Von Bingen. |
SINOPSIS
Biografía de Hildegard Von Bingen, quién desde muy niña tiene visiones en las que Dios le pide que de a conocer al mundo sus mensajes. Con la muerte de Jutta, su mentora, la joven se horroriza al ver los signos de la auto-flagelación en el cuerpo de su maestra y se promete a sí misma cambiar las formas y reglas de la orden. El Papa desde un principio la cree y le permite publicar por escrito sus visiones. A partir de este momento, la vida de Hildegard dará un nuevo giro. Se le permite construir su propio convento y separarse de los monjes benedictinos e inventar un revolucionario y humanista enfoque de la devoción cristiana. Compositora, científica, médico, escritora, poetisa, mística, filósofa, política, activista ecológica… Una mujer adelantada a su tiempo, cuya fama, antes y en la actualidad, traspasó los muros del convento.
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CRÍTICAS
[Julio R. Chico, La Mirada de Ulises]
Alemania mira a su pasado para llevar a la pantalla la vida de Hildegard Von Bingen, mujer del siglo XII que encontró entre los muros del convento la luz para avanzar en las ciencias religiosas y también en las humanas. Guiada por sus visiones celestiales y por un sentido común inusual, se nos presenta como una defensora de los derechos y valía de la mujer, y también de la primacía del amor sobre otros intereses mundanos. En su película, Margarethe Von Trotta hace hincapié en el aspecto feminista sobre el religioso, resaltando la fuerte personalidad de la protagonista frente a las presiones recibidas por los distintos poderes, y recreando artísticamente un mundo que salía de los temores milenaristas y se entregaba a la oración y a la penitencia. Luces y sombras de una mujer de carácter y de un entorno de privilegios, muy bien reflejado por la fotografía tenebrista y por una cuidada labor de diseño de producción en lo que se refiere a vestuario, localizaciones y atrezzo.
Con un punto de frialdad y un exceso de solemnidad en algunos momentos –sobre todo por una música que se hace enfática– “Visión: La historia de Hildegard Von Bingen” se acerca a esta mujer culta y santa, y nos muestra su firmeza para llevar a cabo la misión divina de escribir sus visiones. Un convencimiento que la llevó a enfrentarse a clérigos y costumbres de su época –con algunas reformas en la regla benedictina como construir su propio convento y separarse de los monjes–, a entrevistarse con nobles y obispos, y llegar incluso hasta el mismo Papa o el emperador Barbarroja. Una mujer capaz de los mayores sacrificios por amor a Dios y a los hombres, con una exquisita sensibilidad para la música o para la medicina natural… pero también con sus arranques de orgullo y un sentido posesivo con el que parece apropiarse de la joven Richardis, o una falta de tacto y prudencia para tratar a Jutta. Su fuerte temperamento puede desconcertar al espectador, con reacciones sorprendentes en una narración seca y con algunos giros algo forzados… donde la espiritualidad queda reducida a consideraciones ascéticas, prácticas piadosas o audacias evangelizadoras, pero no a una interiorización sentida de la fe.
Asistimos a un desarrollo de los acontecimientos desde una rigurosa reconstrucción histórica, pero a la cinta le falta un poco de alma y sentimiento humano, de intimismo espiritual y de matización de los caracteres. Contestaciones destempladas y hostigamientos bruscos por parte del abad Kuno y de sus propias monjas, actitudes de la propia Hildegard en que “no la reconocemos” –su mismo confesor Volmar se lo dice–, todo expuesto de manera muy explícita y contundente, rompiendo la armonía precedente entre ellos. y como necesitando toda la claridad posible para que la historia avance por terreno firme. Mejores son los silencios y los celos de la Jutta postergada una y otra vez, o el dilema a la doble obediencia que se plantea en el alma de Richardis… en ambos casos sentimientos cuasi-ocultos o reprimidos pero verdaderos. Barbara Sukowa trabaja bien como mujer fuerte y decidida, pero demasiado fría y distante del espectador, todo lo contrario de la jovial y entusiasta Hannah Herzsprung… aunque este papel entrañe menos dificultades.
Si la ambientación histórico-artística es el elemento más logrado de la cinta, es justo mencionar la música como un elemento decisivo para introducirnos en la época: por eso, la escena de representación ante la visita de la abadesa foránea encierra todo el arte exquisito y espiritual del entorno refinado, y también cierta comicidad en un momento de cambio. Una cinta irregular en la caracterización de los personajes y poco conmovedora, pero artísticamente conseguida y que recoge una historia interesante, elementos suficientes para un espectador que quiera viajar a la Edad Media y dejar de considerarla como una época oscura.
[Juan Orellana, Pantalla 90]
Esta película biográfica sobre Santa Hildegarda de Bingen comienza con un prólogo que nos muestra la costumbre medieval de entregar el décimo hijo al servicio de Dios, como fue el caso de Hildegarda de Bingen, que la vemos ingresar siendo niña en el monasterio masculino de Disibodenberg (San Disibo) en 1112. Allí había una pequeña comunidad femenina, bajo la autoridad de Jutta de Sponheim, que con los años se segregaría por decisión de Hildegarda, fundando el monasterio de Rupertsberg.
Tras una elipsis de muchos años, el film nos presenta ya a una Hildegarda adulta, seguidora fiel de su maestra Jutta, a la que sucede como abadesa cuando esta fallece en 1136. Entonces comienzan sus visiones místicas, sus enfrentamientos con el abad de Disibodenberg, y los problemas internos de su comunidad. La santa en esos años adquiere fama por su sabiduría, su forma de gobernar, su música y sus conocimientos en ciencias médicas y naturales. Monarcas y nobles piden sus consejos y buscan sus profecías. Tras obtener el beneplácito de San Bernardo, y la autorización del Papa, comienza a publicar sus visiones, que Hildegarda dicta a su discípula Ricarda de Stade, un personaje dramático muy importante en la película. El film termina en 1158, momento en que la santa abadesa, rompiendo las costumbres de la época, se marcha a predicar por el valle del Rhin.
Visión es, valga la redundancia, la visión que Margarethe von Trotta tiene del Medievo en general, y de Hildegarda en particular. Esta directora, esposa durante veinte años de Volker Schlondorff, fue una de las más importantes representantes del Nuevo Cine Alemán, y ahora está desarrollando un proyecto sobre Hannah Arendt. En su aproximación histórica podemos encontrar aciertos y desenfoques, resultando un balance positivo. Desde el punto de vista estético la película es muy brillante. Su trabajo con la luz, su dirección artística y su banda sonora son excelentes; y los momentos musicales diegéticos son extraordinarios. El casting es también muy bueno, y la actriz Barbara Sukowa encarna con convicción a Santa Hildegarda. Por otra parte, los hechos históricos parecen retratados con honestidad, aunque el guión resulta algo episódico y sincopado, y ello impide dar coherencia al desarrollo interior de los personajes.
Algo más discutible es la visión global que ofrece Von Trotta. Hildegarda parece demasiado excéntrica, y no están suficientemente subrayados los aspectos de su persona que la llevaron a los altares. El discipulado cristiano tiene aquí demasiados tintes psico-afectivos, a veces llevados a la exageración, y que pueden dar a entender dependencias poco sanas. Por otra parte, el film nos da una visión del medievo un poco lúgubre (especialmente en los dos primeros minutos del film), sin llegar ni de lejos a los delirios de ciertas películas como El nombre de la Rosa. En definitiva, lo que falta por parte de la directora es una comprensión empática de la fe y la experiencia cristiana, y por ello, a pesar de su inteligente oficio y evidente buena voluntad, el film no llega al cien por cien de sus posibilidades expresivas. No obstante, como decíamos al principio, el balance es claramente positivo, y presenta un boceto amable del benedictismo.
El Papa Benedicto XVI le ha dedicado a esta mujer dos catequesis este mes de septiembre.Benedicto XVI ha destacado de Hildegarda de Bingen su gran cultura, su espíritu místico y su don de gobierno. “Esta santa habla hoy con su valerosa capacidad de discernir los signos de los tiempos, con su amor por la creación, su medicina, su poesía, su música, que hoy está siendo reconstruida, su amor por Cristo y por su Iglesia, sufriente también en aquel tiempo, herida también en aquel tiempo por los pecados de los sacerdotes y de los laicos, y tanto más amada como cuerpo de Cristo”. Visión es una buena ocasión para conocer a esta mujer extraordinaria.
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A mi me dejó una imagen de la Iglesia y de la vida monacal bastante negativa. No veo demasiado el «boceto amable del benedictismo» y estoy muy de acuerdo con Juan Orellana en lo de los «tintes psico-afectivos, a veces llevados a la exageración, y que pueden dar a entender dependencias poco sanas» que incluso quizá pretenden hacer pensar al espectador en cosas más serias. Hace demasiado hincapié en la unión tan estrecha que había en aquella época entre la Iglesia y el poder temporal. Creo que de esta gran mística se podría haber hecho una película muy distinta si la directora hubiera sido una católica que ama a la Iglesia, sin ocultar nada pero no haciendo sangre de los aspectos más negativos. No tengo intención de recomendar a nadie esta película, a pesar de estar muy bien hecha.
Estoy de acuerdo contigo Cristina, por eso aquí se publican un par de críticas de cada película, para tratar de englobar todos los aspectos. Tampoco en CinemaNet la recomendamos expresamente, sin embargo es bueno hacerse eco de ella.
Una pena como bien dices que no se le haya sacado más partido. Aún así también tiene cosas positivas que hay que destacar.