Sinopsis
Alec (Oliver Jackson-Cohen) es un ingeniero mecánico inglés incapaz de poner en orden su vida. Cuando su tienda de reparación de aparatos electrónicos “El curandero” está a punto de quebrar, un familiar que nunca supo que tenía se ofrece a solucionar sus problemas a cambio de que se traslade un año a Canadá, el lugar de origen de sus antepasados. Allí descubrirá que a su alrededor comienzan a suceder las cosas más incomprensibles. Enfrentarse a sí mismo, a su pasado, a su vida y, sobre todo, al don que nunca supo que tenía, inspirará a las personas que le rodean a creer en algo más allá de lo que se puede explicar.
Crítica
Crítica cedida por Pepe Álvarez de las Asturias
En el cine hay dos tipos de películas: las que simplemente entretienen y las que te obligan a reflexionar, y dentro de estas últimas están las que sólo te hacen reflexionar -serias, profundas, trascendentales- y las que además te entretienen -divertidas, emotivas, cercanas-. Sin duda, Lo que de verdad importa es de estas últimas. Una película amable, que juega con el humor y las emociones con absoluta maestría -ya lo bordó Paco Arango en Maktub–, y que logra lo que muy pocas películas del cine actual: llegar al corazón, sacudirlo con fuerza y darle un nuevo soplo, un nuevo aliento.
Lo que de verdad importa es de esas películas que no te dejan indiferente. Que te obligan a reflexionar, a plantearte cosas que tienes por ahí olvidadas -por ejemplo, ¿qué haces tú por los demás?-, y que te dan un nuevo enfoque sobre temas tan serios como el amor, el perdón, la enfermedad o la muerte. La muerte de un niño, que es algo todavía más serio.
Tiene algo de mágica la película de Paco Arango, porque actúa dentro -muy dentro- de ti, sin que apenas te des cuenta. Es cierto, sales del cine sintiéndote mejor persona, como con ganas de hacer el bien. Exactamente igual que en los congresos de valores de la Fundación Lo Que De Verdad Importa, con los que además del nombre la película comparte el espíritu y la intención: removerte por dentro.
Es también una película necesaria. Cargada de valores positivos y universales. Alec es el típico crápula, egoísta, con una vida desastrosa -“una vergüenza para la familia”- que se ve obligado a huir a miles de kilómetros -bellísima la Nueva Escocia fotografiada por Aguirresarobe– para salvar su integridad física de unos mafiosos rusos. Allí comienzan a suceder extraños sucesos que intenta negar pero que son más grandes que él.
Alec descubre que tiene el don familiar de curar a las personas -un curandero, como revela el título original: The Healer-, pero prefiere rechazar esa responsabilidad. Demasiado incómoda. Hasta que entra en su vida una niña con cáncer terminal, Abigail, una auténtica luchadora que le muestra el verdadero poder del amor, de la entrega, del coraje, de la esperanza. De la fe. Incluso el poder terapéutico de la música y de la risa. Y le enseña que la vida se vive en cada aliento, en cada respiración –“No os olvidéis de disfrutar el respirar cada día”-, y , de paso, que la felicidad es algo que no vive en la mentira.
Y de eso va la película. De perdón, de redención, de segundas oportunidades, que es lo mismo que decir “esperanza”: la de los habitantes del pueblo, que ven en Alec al elegido; la del cura que ha perdido su fe; la de los padres de Abigail, sin esperanza ninguna, y la de Alec, que da un vuelco radical a su vida y a su obra. Él, que era quien menos fe tenía en sí mismo, el tipo encerrado en su egoísmo, agnóstico de todo y de todos, se va contagiando de sentimientos y emociones que daba por perdidos… pero que simplemente tenía olvidados. Ayuda mucho también la sonrisa, la ternura y la comprensión de Cecilia.
Al final, la verdadera lección de la película es que todos somos Alec. Que ninguno de nosotros es perfecto -más bien lo contrario-; que todos merecemos una segunda oportunidad, o una tercera y las que hagan falta; que no hay que perder nunca la esperanza, y mucho menos la fe, y que la vida se vive en cada respiración. Que tenemos que volver a valorar lo que de verdad importa, algo que a menudo tenemos olvidado, o enterrado; y, lo más importante, que todos —TODOS— tenemos el don de hacer el bien. Sólo tenemos que querer. Es mucho más fácil de lo que creemos.
Lo que de verdad importa, la primera película 100% benéfica
Lo que de verdad importa es la primera película 100% benéfica. Destina su recaudación íntegra a becar a cientos de niños españoles con cáncer, para que puedan acudir a los campamentos SeriousFun Children’s Network, donde se olvidan del mundo y de su enfermedad durante unos días -una terapia tan necesaria como la quimio, según reconocen los propios médicos-. Esta red fue fundada por el actor y gran altruista Paul Newman y con la que la Fundación Aladina -que preside el director de esta cinta, Paco Arango– colabora estrechamente.
Crítica de Mª Ángeles Almacellas, cedida por la Fundación López-Quintás
La vida de Alec, un joven ingeniero mecánico inglés, es un auténtico caos. Su empresa de reparaciones está a punto de quebrar y el banco ya no le concede más crédito. Pero él sigue siendo un mujeriego empedernido, un vividor entregado a la bebida y al juego, y está endeudado con peligrosas bandas mafiosas dispuestas a ajustarle las cuentas si no paga.
Inesperadamente aparece un hermano de su madre, el tío Raymond, cuya existencia Alec desconocía, y que le hace una enigmática propuesta: su tío saldará todas sus cuentas, pero a cambio él debe irse a Nueva Escocia a vivir durante un año. Dada su situación –sin dinero y acosado por sus violentos acreedores–, Alec no tiene más remedio que aceptar, aunque no sabe cuáles son las intenciones de su tío ni el objetivo de su viaje.
Un tanto reticente, llega a Lunenburg, un pequeño pueblo canadiense en el que Raymond tiene una casa que le cede para instalarse. Con el fin de procurarse unos ingresos con los que sobrevivir, publica un anuncio en el periódico local, ofreciendo sus servicios para «arreglar cualquier aparato eléctrico estropeado», Ante su gran sorpresa, con ese señuelo, diversas personas acuden a él para pedirle que les «arregle» lo que tienen «estropeado», y comprueba estupefacto cómo a su alrededor empiezan a suceder cosas inexplicables.
Paco Arango nos ofrece una comedia amable -con un fondo muy serio- sobre la misión que todos tenemos en la vida de convertirnos en bálsamo para el dolor de los demás. La película trata del poder sanador que tiene todo hombre, y que «lo que de verdad importa» es que cada uno sea capaz de vencer el egoísmo y el miedo y se convierta en «curandero» de los demás.
Además, ese compromiso con el sufrimiento aparece unido de raíz con la fe. Así, el tema profundo de la película es el proceso de encuentro consigo mismo, como reconocimiento de sí mismo y de las propias capacidades, el encuentro con los demás en el hecho de darse, de entregarse responsable y generosamente a hacer el bien, a sanar penas y sufrimientos, el encuentro con Dios que llama al amor a los demás.
Alrededor de Alec hay otra serie de personajes que establecen lazos personales con él e influyen poderosamente en sus actitudes y decisiones, como Cecilia, la joven veterinaria del pueblo, el padre Malloy, Tom, el policía resentido con Raymond, y, finalmente, Abigail, una adolescente enferma de cáncer, que irrumpe de súbito en su vida y lo sume en el mayor de los desconciertos.
Todos ellos despliegan distintas tramas de relaciones divertidas y conmovedoras que se entrelazan y confluyen en la línea argumental. Esto da riqueza a la narración, pero no distrae en ningún momento del tema central de la película, que es la necesidad de darse a los demás y de entregarse incondicionalmente a hacer el bien, como único medio para ordenar la propia vida y llenarla de sentido. Sólo dando amor sin límites, puede un hombre alcanzar una felicidad sin límites.
Lo que de verdad importa es una película dramática, pero con un sentido del humor transversal que evita que las situaciones acumulen demasiada tensión, sin por ello restarles profundidad. La línea argumental tiene todos los ingredientes de un cuento mágico impregnado de fantasía y buenos sentimientos, que provoca una sonrisa divertida y llena de ternura de principio a fin a pesar de estar tratando con realismo situaciones humanas tan serias como son el dolor y la enfermedad. Pero en lo profundo, si nos adentramos en el tema de la película, hay una lógica impecable: lo que más necesita el ser humano, más incluso que la salud, es el encuentro personal, el amor que da sentido a la vida, y la esperanza en una vida eterna feliz.
Por eso, el hombre sin Dios aparece desorientado, desencajado de su propia realidad, mientras que el ser humano que se compromete con los demás y se abandona en manos de Dios se sitúa en su verdad de hombre. Dios aparece como alguien discreta pero amorosamente cercano en la vida de las personas y la iglesia como el ámbito de acogida y comprensión.
El film es como una bocanada de aire fresco en la sociedad nihilista, hedonista y a menudo hostil, en que nos ha tocado vivir, perfectamente encarnada en Alec, el protagonista, un egoísta que sólo se preocupa de sí mismo. Arango dirige una mirada luminosa, optimista y esperanzada, sobre el hombre, llamado a vivir los grandes valores, a comprometerse con los seres de su entorno, pero que suele resistirse por el afán de procurarse a sí mismo las mayores ventajas incluso en detrimento de los demás.
Oliver Jackson-Cohen da muy bien el toque de cinismo y de ingenuidad de su personaje, Camilla Luddington está natural como la joven siempre dispuesta a ayudar, y el resto del elenco cumple perfectamente. Paco Arango nos ofrece una buena película con los rasgos y los temas que le son especialmente queridos y familiares: la benevolencia, la gratuidad y el compromiso activo ante la enfermedad de los niños –concretamente el cáncer–, un sentido del humor un poco loco, el valor de la fe, que llena la vida de luz y de sentido, la confianza en la bondad del hombre, y la idea de una sociedad unida por vínculos muy sólidos de amor y solidaridad.
El mismo director nos da el sentido profundo de esta hermosa película: «Porque el cáncer nunca va a ejercer su dominio en la risa de un niño enfermo. Porque sí es posible mejorar la vida de quienes nos rodean. Con una sonrisa. Con un guiño. Con un achuchón. Porque siempre se puede hacer más. Porque la magia existe y los milagros también. Y eso es… lo que de verdad importa».
Los beneficios de la película están totalmente dedicados a la red de campamentos para niños enfermos Serious fun children’s network, fundada por Paul Newman, con la que colabora la Fundación Aladina, creada por el mismo Paco Arango. Así pues, el film de Arango es una invitación al compromiso, no sólo en el mensaje de su contenido, sino también en nuestra colaboración para que constituya un éxito de público.
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Ficha técnica

- Título Original: Lo que de verdad importa
- Dirección: Paco Arango
- Guión: Paco Arango
- País: España
- Año: 2017
- Duración: 113 min.
- Género: comedia
- Interpretación: Oliver Jackson-Cohen, Camilla Luddington, Jonathan Pryce, Jorge Garcia, Richard Donat, Ned the Dog, Kaitlyn Bernard
- Productora: ESP-62 Producciones / Topsail Entertainment
- Música: Nathan Wang
- Fotografía: Javier Aguirresarobe
- Estreno en España: 17 de febrero de 2017