Sinopsis
John Hollar vive en Nueva York junto a su novia Rebbeca y juntos esperan un hijo. Atraviesa una crisis de identidad propiciada por las dudas en su relación, su próxima paternidad y el desencanto por una carrera frustrada como dibujante de novelas gráficas. Pero todo esto pasará a un segundo plano cuando deba viajar con urgencia a su pequeña ciudad natal para reunirse con su padre Don y su hermano mayor Ron ante un grave problema de salud de su madre, Sally. Una vez reunida de nuevo la familia Hollar, aflorarán viejos conflictos familiares no resueltos mientras intentan superar los problemas actuales.
Crítica
Amor en familia
“A la mitad del camino de la vida me encontré en una selva oscura porque mi ruta había extraviado”. Con estos versos se inicia una de las obras cumbres de la literatura universal, la Divina Comedia de Dante Alighieri. Lo que nos cuenta Los Hollar, salvando todas las distancias, que son muchas, bien podría haber comenzado así también. En lugar del joven Dante, a quien tenemos en plena crisis de identidad es al bueno de John Hollar (John Krasinski).
El propio Krasinski dirige su segundo largometraje tras Entrevistas breves con hombres repulsivos (2009), adaptación de la obra literaria de uno de los genios de la llamada generación X, David Foster Wallace, en la que el director también intervenía como actor. No obstante, Krasinski quizá sea más conocido por sus apariciones televisivas en la serie The Office, en antena de 2005 a 2013. Para esta ocasión se ha sabido rodear bien en la realización, contando con la inestimable aportación del guionista Jim Strouse, que ya hizo una incursión en la temática del drama familiar en La vida sin Grace (2007). Y mención especial merece también la banda sonora de Josh Ritter, responsable de la mayoría de las canciones, otro de sus puntos fuertes.
Con ese punto de partida, la palabra que mejor define el arranque es “crisis”. Una crisis que alcanza a todos y cada uno de los Hollar, una crisis que en varios momentos logra traspasar la pantalla por la capacidad que tiene la historia de conectar con puntos neurálgicos la existencia. No obstante, estas crisis nos recuerdan su sentido profundo de recurso y oportunidad para el cambio, para el crecimiento personal. Y el mejor protocolo anticrisis, viene a decirnos la película, se encuentra volviendo a los orígenes, a las relaciones familiares.
Sin embargo, no obvia que ese retorno a veces cuesta mucho y es doloroso, ya que implica revisitar lugares y relaciones -por ejemplo, la novia del instituto- que conservan su aroma casi intacto y nos devuelven temas no resueltos arrastrados por el tiempo con una cadena invisible que solo puede ser deshecha con mucha dedicación, amor y entrega.
La película hubiera sido otra, sin duda, sin el magnífico plantel de actores que intervienen. Estamos ante una película de personajes y el verdadero interés descansa en su humanidad. La vida se nos muestra con naturalidad, mezclando el drama y la comedia, a veces sin solución de continuidad. Sin caer en la lágrima fácil, lo cierto es que contiene varias escenas realmente conmovedoras, y otras francamente divertidas.
El primer acierto del casting es la elección para encarnar al matrimonio Hollar de esos dos titanes de la interpretación que son Margo Martindale y Richard Jenkins -respectivamente, Sally y Don Hollar-. Margo Martindale nos entrega un personaje inmenso, creíble y cercano, tierno y fuerte al mismo tiempo. Su presencia llena la pantalla en cada escena en la que interviene. Resulta conmovedor ver cómo esta madre tiene una palabra adecuada, dirigida al corazón, para cada uno de los miembros de su familia.
Esta capacidad brota de su dominio de ese código materno universal que sabe acoger y generar lazos afectivos donde los demás puedan crecer, cada uno según sus necesidades. Sally no quiere a sus hijos por igual, porque sabe que cada uno es único y necesita ser amado de manera diferente. Comprende las debilidades de cada uno, al mismo tiempo que ve sus virtudes y les anima a ponerlas al servicio de los demás. Es como si conociera a cada uno desde dentro y fuera capaz de explicarles su propia interioridad, como hace con su marido incluso cuando ella no está presente.
Richard Jenkins nos ofrece otra solvente actuación, un hombre honrado y trabajador que a veces descuida a su mujer y a sus hijos, pero que siempre ha intentado hacerlo bien. Y junto a la madre, también destaca Rebecca (Anna Kendrik), la novia de John, otro potente personaje femenino que sabe estar a la altura. Pero en ambos casos, estar a la altura no significa no llorar o sentirse vulnerable: de hecho, en esta película lloran todos, ellos y ellas, en algún momento.
Al cuadro familiar se añaden los hermanos, con un Sharlto Copley en un registro cómico que no le va nada mal en el papel del mayor, Ron Hollar. En este mismo registro se desenvuelve su relación con el reverendo Dan (Josh Groban), actual pareja de su ex mujer. Ron es inmaduro, todavía no ha superado la ruptura ni estar alejado de sus hijas, a lo que se unen sus dificultades para encontrar trabajo y el tener que volver a vivir en casa de sus padres.
En algunas ocasiones nos resulta patético y le vemos hacer cosas que merecen una reprimenda, pero es mérito del guionista y del director que sepamos devolver una mirada comprensiva sin juzgar con severidad sus meteduras de pata, porque lo que Ron busca es volver a conectar con las personas que quiere.
Y por último está el propio John, sumido en una crisis que parece amenazar todo lo importante en su vida. Gracias a él se nos brinda unas interesantes reflexiones sobre la filiación, la fraternidad y la paternidad. Especialmente conmovedores resultan las conversaciones que mantiene con su madre y con su novia Rebbeca, donde salen a relucir que por encima de todo un hijo busca el amor de sus padres, pero antes incluso que eso necesita saber que sus padres se quieren entre sí.
Sus miedos por el nacimiento de su hijo nos resultan perfectamente comprensibles ya que la paternidad, lejos de ser una actividad, supone una verdadera identidad que hace que se tambaleen por completo nuestros esquemas y nos pide aceptar que el hijo va a traspasarnos por completo, tomando todo, lo bueno y lo malo.
La verdad es que la mayoría de los personajes masculinos en la película están a verlas venir, y son ellas las que acuden al rescate. Pero sobre todo, desde nuestra condición común de hijos Los Hollar nos muestra que la familia es el lugar de las relaciones que nos constituyen, el mejor sitio para vivir, crecer y afrontar el declive. Y la familia, tema eterno, siempre supone un reto porque nos exige un cuidado constante, si bien dosificado en las cosas pequeñas de cada día.
Ficha técnica

- Título Original: The Hollars
- Dirección: John Krasinski
- Guión: Jim Strouse
- País: EEUU
- Año: 2016
- Duración: 88 min. min.
- Género: Drama, Comedia
- Interpretación: John Krasinski, Margo Martindale, Richard Jenkins, Sharlto Copley, Anna Kendrick, Randall Park, Mary Elizabeth Winstead, Ashley Dyke, Isabela Costine, Charlie Day, Didi Costine, Josh Groban, Mary Kay Place, Nancy Nave
- Productora: Groundswell Productions / Sunday Night / Sycamore Pictures
- Música: Josh Ritter
- Fotografía: Eric Alan
- Estreno en España: 17 de marzo de 2017