Sinopsis
Cuando Alita (Rosa Salazar) se despierta sin recordar quién es en un mundo futuro que no reconoce, Ido (Christoph Waltz), un médico compasivo, se da cuenta de que en algún lugar de ese caparazón de cyborg abandonado, está el corazón y alma de una mujer joven con un pasado extraordinario.
Crítica
El poder de la técnica
Año 2563. Hollywood nos presenta el enésimo mundo distópico: una guerra a nivel mundial –“La Caída”, ocurrida hace tres siglos– ha dejado, como único lugar (mal)habitable la Ciudad del Hierro: un desagradable espacio, sucio y superpoblado, más parecido a las ciudades presentes en Blade Runner que a las grandes cities americanas actuales.
En este lugar conviven humanos y cíborgs, y sobre él está la ciudad flotante de Salem, lugar ansiado por los habitantes de abajo, donde, al parecer, solo viven algunos privilegiados. Un día, el médico-cibernético Dr. Dyson Ido (Christoph Waltz), entre la chatarra de un basurero, encuentra los restos de un viejo cíborg (Rosa Salazar), con el cerebro milagrosamente intacto.
Luego, ya en su consulta, consigue implantarle un nuevo cuerpo, que recobra vida, al que da el nombre de Alita. Ella no recuerda nada de su pasado, con lo que tiene que descubrir quién es realmente y por qué tiene una destreza innata en la lucha. Así, mientras conoce el mundo en el que está, sobre todo gracias a Hugo (Keean Johnson), se dará cuenta de que su bondad “angelical” no cuadra en lo que le rodea. A no ser que cambien algunas cosas…
Podríamos decir que Alita: Ángel de combate –adaptación del manga de Yukito Kishiro, que ya había tenido una versión como serie de anime– es, en realidad, una película de James Cameron. Aunque no la dirige –es productor y coguionista–, se nota su mano en todo lo que se refiere a ciencia-ficción.
Cameron, no obstante, está más metido en su nueva trilogía de Avatar (¡buf!) y dejó la dirección a Robert Rodríguez. Y este, lógicamente, ha puesto su estilo personal: Cameron, por ejemplo, quería hacer una Alita generada completamente por ordenador, mientras que Rodríguez ha preferido crear un personaje con el sistema tan usado hoy del motion capture, a través de Salazar.
¿Cómo habría sido Alita: Ángel de combate con el canadiense? No lo sabemos. Lo que sí parece cierto es que se ha tratado de un proyecto muy difícil, a juzgar por el hecho de que ha sido postergado unas cuantas veces –James Cameron la tenía pensada para antes que Avatar–, y que Hollywood nunca ha triunfado con las adaptaciones de los cómics manga. Como ejemplo están las más o menos recientes Ghost in the Shell o Death note (se puede leer este interesante y buen artículo sobre todo el asunto).
Dicho esto, Alita: Ángel de combate es una película muy entretenida y, a mi parecer, más profunda que la simple –¿o simplona?– Avatar. Y trepidante: con escenas de acción realmente impecables, y una perfección en los efectos especiales que no deja de sorprender, a pesar de haber visto, sin ir más lejos, las cada vez más alucinantes películas de Marvel. Hasta cierto punto asusta, diría yo: ¿a dónde llegará el cine actual?
Sobre todo en lo que se refiere al poder de “crear” actores: todo lo que vemos de Alita es artificial, y te recuerda que estás ante un cómic, aunque “debajo” siempre está Salazar. Lejos queda, aún –el experimento de las últimas entregas de Star Wars, por ejemplo, dejan mucho que desear–, pero más pronto que tarde seguro que veremos de nuevo a grandes como James Stewart o Katharine Hepburn. La cuestión está en que, claro, eso no tiene por qué ser siempre positivo…
Aquí, sin embargo, Alita funciona, precisamente porque es mitad actriz y mitad CGI. Y funcionan el resto de personajes medio cíborgs que se pasean por la película. Y funciona, también, la interacción de actores reales con éstos y con el mundo, también CGI, que les rodea. Cada vez funciona más y mejor, de hecho, en el cine.
Lo que no acaba de funcionar en Alita es que al guion le cuesta arrancar; que algunos personajes, especialmente los malos y los malos-malísimos, son un poco planos, y que algunas reacciones son poco creíbles, demasiado abruptas, debido –pienso– a lo mucho que se quiere contar en tan solo dos horas de metraje.
En toda esta historia, más de uno verá una carga muy potente de posthumanismo. No le faltará razón. De todos modos, el filme no pretende ir más allá del puro entretenimiento. Sí es verdad que el transhumanismo habla de este tipo de futuros distópicos donde, en realidad, la lucha de clases estará al orden del día –solo los ricos “se salvarán”– y la convivencia humanos/posthumanos-robots-cíborgs será lo más normal del planeta…
Nada de esto, no obstante, pretende plantear Alita: Ángel de Combate…aunque también es lógico que el público se pregunte: “¿es esto lo que queremos?”; de hecho, para ser 100% honestos, algo de ello hay en un breve diálogo de la historia.
Sea como sea, Robert Rodríguez ha conseguido realizar una película que gustará a los amantes de la ciencia ficción y que quizás decepcione –yo diría que solo un poco– a los más fans del manga, pero que –si el resultado de taquilla acaba siendo bueno–, el final apunta a, por lo menos, una segunda parte. Que no me importaría ver, la verdad.
Ficha técnica

- Título Original: Alita, Battle Angel
- Dirección: Robert Rodriguez
- Guión: James Cameron, Laeta Kalogridis, Robert Rodriguez (Novela gráfica: Yukito Kishiro)
- País: EEUU
- Año: 2019
- Duración: 121 min.
- Género: Ciencia ficción, acción
- Interpretación: Rosa Salazar, Christoph Waltz, Jennifer Connelly, Jackie Earle Haley, Ed Skrein, Mahershala Ali
- Productora: 20th Century Fox / Lightstorm Entertainment / Troublemaker Studios / TSG Entertainment / Stereo D
- Música: Junkie XL
- Fotografía: Bill Pope
- Estreno en España: 15 de febrero