La puerta mágica | Nada es lo que parece

Mª Ángeles Almacellas

Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Crítica de cine. Miembro del Círculo de escritores cinematográficos. Directora del curso "El arte de ver películas" en la UPM. Directora de CinemaNet-Madrid.

Paul Carpenter malvive compartiendo con un compañero un habitáculo cutre, mientras busca inútilmente un trabajo. Después de un cúmulo de misteriosas casualidades, tiene una entrevista de trabajo absolutamente surrealista en la no menos surrealista empresa J.W. Wells & Co., y es contratado de inmediato. Allí se le asigna un lugar de trabajo desastroso, que comparte con Sophie, otra recién llegada. Al principio ella está muy recelosa, pero poco a poco se unirán para ayudarse mutuamente e intentar descubrir los arcanos de la empresa.

Pronto Sophie es destinada al Departamento de Casualidades, mientras que el director general de la empresa, Humphrey Wells encarga al joven Paul que busque el objeto más valioso del mundo: la puerta mágica. Es una misión inexplicable y peligrosa, pero Paul no se amedrenta fácilmente y, a medida que van enfrentándose a situaciones cada vez más peligrosas, va saliendo su madera de héroe dispuesto a correr mil riesgos con tal de conocer qué se esconde tras dicha puerta.

Aunque lo más destacable de la película son los efectos especiales, que introducen al espectador en un mundo de magia surrealista, es también una historia iniciática de dos jóvenes que empiezan a asumir responsabilidades de adulto. Entran en el mercado laboral para sobrevivir y tienen que discernir primero cuáles son los valores o contravalores que reinan en su ambiente para decidir después su propio código ético, es decir, cuál va a ser su postura ante las realidades de su entorno, si se van a acomodar para tener una vida más fácil o bien van a luchar por un mundo mejor.

Al hilo de la narración se van desplegando mil aventuras encadenadas una tras otra, sin dejar al espectador ni un instante de reposo. Así la película, aunque intrascendente, resulta muy entretenida. Bajo esta abigarrada sucesión de escenas de acción, la trama es muy sencilla: unos villanos quieren dominar el mundo y, para ello utilizan un pequeño ejército de goblins y todos los recursos de la magia con el fin de controlar y gestionar los instintos de las personas, siempre en su propio beneficio. Frente a las fuerzas poderosas y agresivas de los malos, que pretenden manipular y dominar a toda la población, se levanta la grandeza del bien y del amor, encarnada en los dos héroes, Paul y Sophie.

Jeffrey Walker y el guionista Leon Ford adaptan la novela del británico Tom Holt, para entregar una película del tipo de la saga Harry Potter, con personajes fantásticos que viven ocultamente mezclados entre los humanos. El film de Walker no alcanza el nivel de las historias de Harry Potter, pero tampoco los destinatarios son los mismos, pues La puerta mágica no es para adolescentes, sino para treintañeros. Este puede ser su punto débil, porque se trata de una película familiar, limpia, extravagante, graciosa, y sin embargo no es para niños. Es posible que ese rasgo lo pague en taquilla.

El reparto cuenta con nombres conocidos que hacen un buen trabajo, pero los personajes no se prestan demasiado al lucimiento. Así como tampoco son muy convincentes las relaciones entre ellos, ni tan siquiera entre los dos protagonistas. En cuanto a la puerta mágica tampoco resulta ser algo realmente deslumbrante para el espectador.

El principio de la cinta es prometedor, pero luego al guion le falta garra, pues a medida que avanza la narración, va desapareciendo la intriga y todo va haciéndose cada vez más previsible. Excepto el cachorro de dragón del principio, que uno se queda esperando inútilmente que vuelva a aparecer. Desaparecido en combate.