Sugar (serie) | Un thriller elegante y humano ambientado en el mundo del cine

José Martín Goenaga

Cinéfilo por afición, me gusta seguir de cerca la actualidad cinematográfica para comprender mejor a la sociedad actual y valorar la idea que esta transmite sobre la persona humana y sus circunstancias.

Colin Farrell se luce como un verdadero gentleman, de esas películas clásicas, encarnando a John Sugar, un tipo duro pero honrado y aficionado al séptimo arte, que tiene como misión vital encontrar a personas desaparecidas. En este caso, la desaparecida es una joven adolescente llamada Olivia, hija de un magnate de la industria cinematográfica hollywoodiense.

Así comienza la trama de esta serie «neo-noir» que sorprenderá tanto por su cuidada puesta en escena como por sus frecuentes giros narrativos, algunos más acertados que otros, aunque eso lo dejo al espectador para que decida. La idea de mezclar imágenes de clásicos del cine con la trama de la serie queda perfecta, pues la referencia a películas más antiguas va hilando perfectamente con el guión y las escenas de la serie.

Otro de los aspectos a resaltar es el personaje de Sugar, pues es la bondad personificada pero una bondad verdadera, no de escaparate ni llena de ingenuidad. Esto se va demostrando a lo largo y ancho de los 8 capítulos de la serie, acarreándole diversas situaciones complicadas, pero termina siendo su enfoque claro en la misión lo que consigue que transmita esa integridad y esa fortaleza mental y física que solo tienen los que tiene claro el camino a seguir en su vida, a pesar de lo que pueda venir. Es especialmente alumbradora la escena con el mendigo fuera del bar.

Y otro de los aspectos positivos de esta serie es el apostar por una serie sin escenas sexuales explícitas, aspecto que hoy en día es casi obligatorio en cualquier serie o película de éxito, pero que no es en absoluto necesario y lo único que consigue es rebajar el valor de la sexualidad humana y su intimidad. Bien es cierto que a ratos la serie puede ser algo violenta pero, de nuevo, no se rogodea en ella, sino que la hace formar parte de la trama, aunque pueda ser incómoda en varios momentos.

La música también está bastante bien seleccionada y el contínuo cambio de enfoques y de escenas hace que la narración tenga un ritmo adecuado que consigue mantener en vilo al espectador.

En definitiva, una serie bastante acertada para los tiempos que corren. Quizá con algún que otro giro demasiado chocante, pero visualmente y humanamente agradable de ver y de disfrutar, con muchos valores humanos que absorver.