Diez años después del estreno de Interstellar, una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia, escrita y dirigida por Christopher Nolan, vuelve a nuestras pantallas para conmemorar ese décimo aniversario. Volvemos la vista atrás para recordar el mensaje más importante que nos trajo: la humanidad se salva gracias a un fortísimo vínculo que traspasa todo lo conocido: el amor.
Interstellar trae consigo una fortísima carga de física en su guion, por fortuna bien explicada gracias a una estrecha colaboración entre Nolan y el físico Kip Thorne, premiado en numerosas ocasiones por sus conocimientos. Sin embargo ese contenido no quita, y ahí radica la excelencia que buscamos, la parte emocional, que sale a relucir en distintas ocasiones, como en la dura conversación en el ‘ranger’ una vez que ha pasado la primera gran ola. Cooper ‘Coop’ (Matthew McConaughey) y Brand (Anne Hathaway) discuten sobre cómo ha podido pasar la tragedia previa y las decisiones que van a tener que llevar a cabo, y entones sale el tema paternal y el amor:
- Mira Cooper, he metido la pata, lo siento, pero tú sabías lo que era la relatividad.
- Brand, mi hija tenía 10 años, no podía enseñarle las teorías de Einstein antes de irme.
- ¿No podías haberle dicho que ibas a salvar el mundo?
- Cuando eres padre, tienes clara una cosa, y es que quieres que tus hijos se sientan a salvo, y eso no pasa por decirle a una niña de 10 años que el mundo se va a acabar.
La mirada posterior de Brand lo confirma: hace falta amor para empatizar, para ponerse en el lugar del otro y entender por lo que está pasando.
El siguiente diálogo lo tenemos en unas líneas del Dr. Mann (Matt Damon):
- Tienes ataduras, pero aun sin tener familia te aseguro que el deseo de estar con otras personas es muy fuerte. Ese sentimiento es lo que nos convierte en seres humanos, no es ninguna tontería. (…) Nuestro instinto de supervivencia es nuestra mayor fuente de inspiración. Tu caso, por ejemplo, un padre con un instinto de supervivencia que se extiende hasta sus hijos. ¿Qué es, según las investigaciones, lo último que ve antes de morir? A los hijos, sus caras. Cuando vas a morir, tu mente hace lo imposible por sobrevivir, por ellos.
De lo que habla Mann es del amor de Cooper hacia sus hijos y de que el deseo de salvarlos es lo que le ha empujado a aceptar la misión.
La siguiente en hablar del amor es, precisamente Brand, quien reconoce un fuerte vínculo amoroso con Edmunds, uno de los enviados al espacio:
- Eso hace que quiera guiarme por el corazón. Tal vez hayamos pasado demasiado tiempo intentando solucionarlo con la teoría.
- (Coop) Eres científica Brand.
- Entonces hazme caso cuando te digo que el amor no es algo que hayamos inventado, es observable, poderoso, tiene que significar algo. (…) A lo mejor significa algo más, algo que aún no alcanzamos a comprender, a lo mejor se trata de una prueba, de un artefacto de una dimensión superior que no percibimos conscientemente. Estoy cruzando el universo atraída por alguien a quien no he visto en una década, y quien probablemente esté muerto. El amor es lo único que somos capaces de percibir que trasciende las dimensiones del tiempo y del espacio, a lo mejor deberíamos creer en eso aunque no alcancemos a entenderlo aún.
Por último, la expresión máxima de la idea llega casi al final, cuando Coop está dentro del gigantesco teseracto y descubre cómo contactar con su hija Murph (Jessica Chastain en la versión adulta):
- No me eligieron a mí sino a ella para salvar al mundo. (…) No pueden comunicarse, por eso estoy aquí, voy a encontrar la forma de comunicarme con Murph igual que he encontrado este momento.
- (TARS) ¿Cómo, Cooper?
- El amor TARS, el amor. Es lo que decía Brand, mi vínculo con Murph es cuantificable, es la clave.
- ¿Para qué estamos aquí?
- Para averiguar cómo decírselo. El reloj. Eso es.
- ¿Y si nunca vuelve a por él?
- Lo hará, lo hará…
- ¿Cómo lo sabe?
- Porque se lo di yo.
El amor de Coop hacia su hija se expresó en algo inmaterial, una promesa, “voy a volver”, pero también en un objeto: un reloj. Y ese reloj es el vínculo de unión entre padre e hija, y es exactamente lo que hace posible que el padre se comunique con la hija y le transmita los datos necesarios para que la humanidad se salve. Por tanto es el amor lo que salva a la humanidad, en este caso, el amor entre padre e hija: un padre que le prometió algo a su hija y una hija que nunca dejó de creerle, a pesar de la distancia y de las numerosas muestras que indicaban que, seguramente, no podría cumplir su palabra. Porque es el amor lo que nos une y nos hace posible avanzar y ser mejores como personas y como especie.
Si se quiere profundizar en Interstellar se recomienda encarecidamente la lectura del libro Planeta Hollywood. Sueño americano y cine espacial del doctor en cine y profesor universitario Antonio Sánchez-Escalonilla.