Confieso de entrada que el cine de Pedro Almodóvar no me gusta. No he resistido el visionar íntegras la mayoría de sus películas a pesar de haberlo intentado con varias. No he visto todas sus producciones, por lo cual mi panorámica sobre su obra quizás sea parcial también en el sentido de incompleto, si bien intento llegar a temas de fondo permanentes en los films.
La primera película que vi hace muchos años, que no era su ópera prima, Mujeres al borde de un ataque de nervios, me puso a mí de los nervios. Sé de otras personas a las que también les causa repelús el cine de Almodóvar, pero la mayoría se limitan a decirlo en privado, porque no desean navegar a contracorriente en medio del mainstream.
Reconozco que mi percepción sobre el cine del director manchego choca frontalmente con la de amplios sectores cinematográficos, que premian una y otra vez muchas de sus películas, es homenajeado en festivales, tiene casi toda la prensa a su favor y es aclamado por amplios sectores del público. Recientemente ha regresado a la gran pantalla con La habitación de al lado, que ha sido su primer largometraje en inglés (The Room Next Door), con el que ha conseguido el León de Oro en el Festival de Venecia. Con pocos días de diferencia ha sido, además, homenajeado con el premio Donostia en el Festival de San Sebastián. Y, de años atrás, suma un impresionante bagaje de reconocimientos, entre ellos dos Óscar, un Ariel (México) y varios Goyas.
A la vista de todo ello reconozco que es mucha osadía contradecir a tantos jurados formados por expertos y supuestamente neutrales en su valoración. Pero persisto.
Más allá de las realizaciones cinematográficas de Pedro Almodóvar en sí mismas, no suelen motivarme los temas abordados en sus películas, ni me interesan sus personajes, casi todos femeninos y casi siempre psicológicamente muy complicados. Aparte de no gustarme la alianza o sintonía de Pedro Almodóvar con el feminismo más radical que destilan todos los films, no solo en la vida sino también en el cine me interesan más las personas normales, no las patológicas.
Pero de mayor calado que todo lo anterior, que considero muy opinable, el rechazo principal hacia el cine de Almodóvar deriva de considerar globalmente negativos los valores que transmite en sus películas. Basta repasar lo relativo a campos como la familia o la sexualidad, muy recurrentes en sus films. Tras una supuesta transgresión veo más contravalores que otra cosa, y es muy clara su abierta promoción de la homosexualidad, la transexualidad y demás variantes del mundo LGTBI+. También se da una ambigüedad moral.
Estoy convencido de que la oleada de ideología de género que hoy impera en la sociedad occidental se derrumbará dentro de pocos años por su absurdez y menosprecio de la biología, de la verdadera naturaleza humana, con lo que no solo caerá el interés por unas obras cinematográficas tan marcadas en ello, sino que tampoco pasarán a la historia del gran cine. Dejarán de lloverles premios, que estoy convencido se dan más por alinearse con determinados postulados que por la calidad de los films.
Aunque normalmente no haga referencia a lo religioso (del cristianismo o de la Iglesia Católica se entiende) o solo lo haga tangencialmente en la mayor parte de los films, tampoco me seduce la forma en que lo enfoca Almodóvar. En algunos casos lo usa de forma irónica o crítica, y en determinados ramalazos muestra hostilidad hacia lo divino. Reconozco en favor de Almodóvar que, en Todo sobre mi madre, se detecta una espiritualidad por el sacrificio callado y generoso de una persona en bien de los demás. Tiene conexión con lo cristiano, aún sin referencia explícita. En La mala educación se refiere a los abusos en la Iglesia, pero tiene la delicadeza de no presentarlo como generalizado.
En la última película, La habitación de al lado, se manifiesta un explícito apoyo a la eutanasia.
Aparte de la directa valoración de lo cinematográfico, las declaraciones de Almodóvar a la prensa a menudo están en la misma línea que sus películas, con lo que se le puede reconocer coherencia. Una coherencia en lo negativo, en los contravalores. Basta referirse a unas recientes declaraciones sobre la paternidad y maternidad. Ha calificado de egoísmo el tener hijos. Una muestra patente de cómo entiende la persona humana y la sociedad.
Estoy totalmente de acuerdo con Daniel, son películas que al empezar con un titulo atractiva piensas que te va a gustar, cuando has visto unos minutos te encuentras con grandes actrices que parecen trastornadas, ni una mujer, normal que representen profesionales, ni amigas … o tengo yo muchas suerte de las personas que me rodean especialmente del sexo femenino o el se quiere hacer famoso, rodeándose de personas complicadas o tiene muy mala suerte en el ambiente donde se mueve para recoger ideas