Robot salvaje | Colorido cuento de amor

Gabriel Sales

Licenciado en Periodismo, Máster en Comunicación y Branding Digital, Máster en Matrimonio y Familia y Máster en la Unión Europea. Apasionado comunicador y crítico de cine, personalista practicante y absoluto seguidor del séptimo arte más reflexivo. Cada película es una ventana hacia nuevas perspectivas y emociones, no subestimemos las historias que retan nuestro acomodo mental.

Qué grata sensación te queda cuando tu intuición no falla con una película. Esperaba calidad y flechazo al corazón, se ha cumplido con creces con este colorido cuento de amor. Robot salvaje es ejemplo perfecto de magia encarnada, con imagen y música de alto nivel y un asombroso tratamiento de los valores más sagrados.

Dreamworks lo ha vuelto a hacer, puño en alto para deslumbrar con una cinta carismática, de noble espíritu y alma profunda. Si algo destaca no es su envergadura, sino más bien la intimidad que cataliza con sus personajes para ir al encuentro del espectador. Siempre con tacto y dulzura, avanzando con una narración realista en lo más duro y arrolladora en los momentos de inflexión dramática. El apartado visual, un chorreo artístico siempre al servicio de un relato que profesa devoción por lo natural y los colores más cálidos.

Además de su enorme efectividad a través de una historia aparentemente sencilla, la gran virtud de The Wild Robot es conquistar el corazón sin explotar el sentimentalismo. Tarea difícil y realmente lograda, porque nace de las entrañas, de lo más valioso y común a todos. En un momento determinado, la narrativa consuma su objetivo transversal y abraza un camino circular donde los grandes elementos quedan bien aunados y en continua vocación contemplativa.

Cautiva e inspira con el amor encarnado en amistad y maternofilialidad (más allá de los lazos de sangre), y palpita desde estas esferas connaturales los valores del perdón y la reconciliación, el sacrificio desinteresado o la llamada a la verdad. Además, deja su muy bien definido sello con el yo en el todos, el sentido de pertenencia que inevitablemente se nutre de un camino en comunidad, como pueblo y familia ampliada.

Una película para reír y llorar, divertida y traviesa. Muy completa, sin ser lo mejor que se ha visto en animación, pero sí una propuesta interesantísima y aprovechable para adultos y niños. Si tu coraza no es de piedra, la conquista será plena. Recomendada absolutamente.