Saturno | El padre que devora al hijo

Mª Ángeles Almacellas

Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Crítica de cine. Miembro del Círculo de escritores cinematográficos. Directora del curso "El arte de ver películas" en la UPM. Directora de CinemaNet-Madrid.

Estamos ante un durísimo documental narrado en primera persona, de una familia conmocionada desde que supo que el yayo era un pederasta. Fue juzgado y condenado, pero ha ido presentando recursos y todavía no ha llegado a ingresar en prisión.

El título procede del cuadro de Goya, Saturno devorando a su hijo, que tanto impresiona al padre del director, por su carga metafórica sobre la experiencia con su padre.

Daniel Tornero realiza una serie de entrevistas y grabaciones con todos los miembros de su familia: la yaya, los hijos y nietos. Y por otro lado, con el mismo yayo, el pederasta.

Hay mucho dolor, mucha incertidumbre y mucha vergüenza en toda la familia, sobre todo porque perciben que el abuelo no está arrepentido, que culpa a los demás y sigue curvado sobre sí mismo, pensando solo en él. A medida que cada uno va hablando y verbalizando su experiencia, brotan antiguas amarguras y cada uno se va revisando a su vez a sí mismo.

El padre está angustiado porque la sombra siniestra de su padres se cierne sobre él y cree que ha repetido con sus propios hijos su actitud distante. No les pegó, como él había recibido golpes, pero tampoco, como él dice, “tuvo nunca con ellos una conversación sobre un tema profundo que les interesara”. Trabajó cuanto pudo para abastecerlos, pero piensa que, en parte, fue un padre ausente. Ahora se lamenta, pide perdón y está dispuesto a enmendarse y empezar una nueva vida.

Lo más triste es que uno de los hijos piensa que tampoco él, cuando tenga hijos, sabrá ser un buen padre. El abuelo pesa como una losa sobre todos ellos.

A partir del hecho lúgubre que ha acaecido en la familia, el documental trata especialmente sobre la paternidad. Y es el padre, con lágrimas en los ojos, quien aporta una luz para que todos, él el primero, en el futuro, ejerzan mejor ese rol.

Uno de los momentos más conmovedores es cuando el padre, entre sollozos, reconoce que, a pesar de todo, sigue amando a su padre. Sabe que es un monstruo y lo desprecia por ello, pero lo sigue amando.

Un documental muy interesante que mueve a la reflexión y al debate, no sobre la pederastia, para la cual no hay ni un resquicio de disculpa, sino sobre el culpable no arrepentido. ¿Cuál es la actitud correcta hacia él, de una familia que, en el fondo, lo sigue amando? ¿Cómo perdonar a quién no pide perdón ni está arrepentido? ¿Pero y si hubiera expresado un sentimiento de arrepentimiento y necesidad de redención, cuál hubiera sido o hubiera debido ser la actitud de la familia? Esos interrogantes, unidos al tema de la paternidad, constituyen una interesante materia para pensar, dialogar y profundizar.