Sinopsis
Bailey, de 12 años, vive con su padre soltero Bug y su hermano Hunter en una casa ocupada del norte de Kent. Bug no tiene mucho tiempo para sus hijos y Bailey, que se acerca a la pubertad, busca atención y aventuras por su cuenta.
Crítica
Bird | Vivir sin cortapisas
Gloriosa gratificación encuentro al terminar películas como Bird, auténticos milagros que aparecen cada ciertos años como aire fresco en una industria contaminada con lo convenido y conveniente. La última de Andrea Arnold es de esas experiencias en sala que tienen la virtud de quitarse la mochila llena de piedras para cantar bella y acertadamente sobre el valor de vivir sin cortapisas. Se nos ha regalado un singular ‘coming of age’ que recita poesía existencial entre la aparente ordinariez determinista.
Mi cometido como crítico siempre es aproximarme al máximo a los objetivos parámetros de análisis de la obra cinematográfica. Ahora bien, respecto a Bird, si alguien me preguntase, le diría que cumple las para mí tres misiones de una cinta única, de las que se marcan a fuego. Primero diría que a título personal me ha encantado, tanto la mirada de la cineasta británica como los deliciosos personajes que logra captar con maestría. Segundo argumentaría que el film me ha convencido enormemente, funciona específicamente con lo que quiere transmitir, cómo lo cuenta y dónde llega. Por último, añadiría que es una pieza muy especial y apasionadamente construida sin artificios, lo que le da un valor distinguido.
Aplaudo a Arnold por priorizar la búsqueda de la verdad. ¿Cómo es esto? Básicamente porque coquetea íntimamente con realidades palpables dentro de una ficción que huye tanto de los estímulos engañosos como de los filtros establecidos. La película derrocha naturalidad, y esto denota gran virtud porque lo hace precisamente en una recargada cotidianidad, en esos márgenes autolimitados a vivir impostados, tantas veces carentes de proyección.
Es ahí donde crece Bird, en ese ‘chonismo’ formal que alegoriza la coraza pero sin condenarla, porque también habla de nuestras zonas de confort, cada cual que piense en las suyas. La directora y guionista hace un trabajo plenamente consciente de su falta de efectismo, algo que agradezco y aplaudo efusivamente. Va al crudo, sin someterse a códigos de apariencia, radiografiando el drama social con un arco pubertario que reclama exprimir la vida retando lo dispuesto con toques de realismo mágico. Esto es maravilloso.
Es en ese camino angosto, la vida misma, en el que vemos a nuestra adoradísima Bailey, la protagonista de esta desgarradora y esperanzadora tragedia de la adolescencia. Nykiya Adams nos regala un personaje para saborear de principio a fin, esa rara avis, nunca mejor dicho, que intenta abrirse paso entre sogas contextuales y sobreponerse a las cargas de una familia totalmente desestructurada. Nos encontramos con esa chica menos normativa que rompe esquemas y en cierto sentido encarna el concepto fílmico de Arnold, el de acoger el propio ser, aceptar la identidad sin aderezos, para acoplarla a la realidad del conjunto. En este caso, afectada por un padre ausente por su inmadurez, una alejada madre encorsetada en un bucle de violencia, un arraigo social sucio y violento, y lo más importante, el proceso vital hacia la adultez. Esa sangre que habla su propio lenguaje, que sitúa y también propulsa con gran fuerza.
En este ineludible camino que es el crecer para Bailey aparece por hermosa providencia la figura de Bird, taciturno hombre que acusa su nomadismo por verdadero desconocimiento de sus orígenes. Este tipo, brillantemente interpretado por Franz Rogowski, es clave en la conceptualización que la cineasta de Dartford realiza por medio del realismo mágico. Si bien es cierto que el recurso literario no se extiende demasiado en la cinta, sí resulta 100% apropiado porque compromete el destino de Bailey. Es por tanto este indescriptible pájaro más un elemento alegorizador que otra cosa, que cobra su sentido tanto en cuando ubica a la joven.
Es aquí cuando la combinación de planos resulta tan emocionante, esos constantes movimientos de cámara en mano acosando a los personajes, referenciando claramente al contexto de zozobra y espinas, que en momentos de lucidez introspectiva de la protagonista dejan paso a esos pocos pero profundísimos shots que nos hacen respirar y sirven como relacional, son los que nutren y hacen crecer. Esto es, ese extraño señor que busca posiciones elevadas cual apesadumbrado pájaro, actúa realmente como vigía que sale al rescate con la única premisa de levantarse y continuar.
Hasta aquí llego, que me emociono más de la cuenta. Bird es un film diferente, que parte de un bajo presupuesto para elevarse por encima de cualquier otra propuesta de gran envergadura. Una pieza que poetiza para luego buscar inmisericorde la luz al final del pasillo. Un azote contra la desesperanza que encuentra su extraordinario valor en abrazar la vocación existencial con brillo en los ojos, con arrojo frente a la dificultad y determinación ante la falta de propósito. Esto, permitidme, vale más que el oro.
Ficha técnica

- Título Original: Bird
- Dirección: Andrea Arnold
- Guión: Andrea Arnold
- País: Reino Unido
- Año: 2024
- Duración: 119 min.
- Género: Drama, adolescencia
- Interpretación: Nykiya Adams, Barry Keoghan, Franz Rogowski
- Productora: House Productions, Ad Vitam Production, arte France Cinéma, Pinky Promise, FirstGen Content, Access Entertainment, BBC Film, BFI
- Fotografía: Robbie Ryan
- Estreno en España: 29 de noviembre de 2024