El reciente entreno de Better Man, de Michael Gracey, nos presenta algo que ahora nos es habitual pero tuvo un comienzo que no gustó a todos, incluso provocó algo de miedo, pero hoy en día está más que superado: la convivencia en la gran pantalla de seres creados digitalmente y su presencia, a la vez, con seres reales. Todo para hacer llegar un mensaje al público. Repasamos los personajes más emblemáticos que nos robaron el corazón y atraparon nuestra atención pero no tienen un ápice de realidad.
- ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Robert Zemeckis, 1988)
Puede que empezar esta lista con esta película sorprenda, pero para entender el presente es necesario mirar al pasado para entenderlo. Fue la primera que dejó atónitos a los espectadores al mezclar, a la absoluta perfección, la animación con imagen real: Bob Hoskins y Christopher Lloyd (sí, el mítico Doc de la trilogía Regreso al Futuro) encabezaron un reparto que tenía que interactuar con… ¿”dibus”? Así les llamaron, en efecto, a Roger Rabbit, Jessica Rabbit, Betty Boop y otros tantos personajes que en ningún momento existían, eran fruto de la animación de la época.
El reparto humano interactuó con perfección y el resultado está a la vista: uno de los clásicos más imperecederos de la historia del cine, mezcla de cine negro y comedia. Zemeckis, amante de los efectos visuales y los avances tecnológicos, logró que los seres animados robasen la función a Hoskins y compañía.
Logró el premio a los Mejores efectos especiales visuales en los BAFTA (Premios de la academia de cine británica) de 1989.
- Space Jam (Joe Pytka, 1996)
Zemeckis abrió el melón (con permiso del lector por esa expresión) y un desconocido Joe Pytka fue a más: cogió a un no actor como Michael Jordan, le acompañó de Wayne Knight (el odioso Dennis Nedry de Jurassic Park) y Bill Murray y de todas las estrellas de los Looney Tunes.
El resultado fue un tremendo éxito de crítica y público gracias a un guion absolutamente absurdo y desenfadado pero un Michael Jordan muy metido en su papel y una animación soberbia, además de una banda sonora gloriosa. La integración de los personajes y los mundos animados con la imagen real era aún mejor que con Zemeckis, algo lógico dado que habían pasado 8 años y en cine eso equivale a 15 en la vida real. Tiene secuela pero su éxito fue mucho menor.
- Looney Tunes de nuevo en acción (Larry Doyle, 2003).
Entretenida cinta protagonizada por los mismos de la anterior y con actores de imagen real: Brendan Fraser antes de su caída en desgracia, Jenna Elfman, Steve Martin y Timothy Dalton.
Cansado de que toda la atención vaya a parar a Bugs Bunny, el pato Daffy abandona Hollywood y se une al especialista en doblaje recientemente despedido Bobby Delmont para embarcarse juntos en una aventura. Su misión: encontrar un diamante azul desaparecido del padre de Bobby, y permanecer un paso por delante de Bugs Bunny y una ejecutiva del estudio que van tras su pista.
Warner volvió a intentar el éxito de Space Jam en una cinta de aventuras y comedia que integraba bien los dibujos animados.
- Trilogía de El Señor de los Anillos (Peter Jackson, 2001, 2002, 2003)
La magna adaptación de la trilogía de Tolkien (comentada aquí) nos viene al pelo porque es la primera vez que un personaje atrae tanta atención, uno en solitario, y miles de expertos críticos preguntándose “¿cómo demonios lo han hecho?”. Nos referimos a ese personaje tan increíble como es Gollum, una criatura enteramente digital (Smeagol, su lado hobbit, sí aparece en persona) basada en la voz y movimientos de Andy Serkis.
Gollum fue todo un reto técnico para Peter Jackson y la empresa Weta Digital, que tenían que insertar un personaje enteramente digital en centenares de planos, integrarlo y que en ningún momento pareciera digital sino que realmente estaba ahí. Miles de horas de renderizado, capas y más capas animadas y una iluminación perfecta dieron como resultado uno de los personajes virtuales más perfectos de la historia del cine, algo que el director sabía que era necesario: “Cuando hacíamos la segunda y tercera películas era consciente de que o Gollum funcionaba o las películas no funcionarían porque él es la estrella de la función. En la primera sale de refilón y ahí no había riesgo, pero en las otras era un todo o nada”.
Los resultados fueron los esperados y toda la industria del cine se rindió ante la perfección de Gollum, que reapareció en la primera película de El Hobbit (Peter Jackson, 2012) con muchas mejoras técnicas.
Las tres películas lograron los BAFTA y el Oscar a los Mejores efectos especiales visuales.
- Transformers (Michael Bay, 2007)
Podría parecer que animar robots es fácil, pero para nada, y menos si tienes a Michael Bay en la dirección porque toda la industria sabe lo perfeccionista que es, sobre todo en los efectos visuales. Una cifra para que el lector se haga a la idea: solo Optimus Prime, líder de los Autobots, tiene más de 10.000 piezas independientes móviles, y todas y cada de ellas está animada y con iluminación propia.
Pues bien, multipliquen por tantos robots como aparecen en pantalla y todos ellos dando la verdadera impresión de que están ahí y que los coches realmente se transforman en ellos.
La primera entrega de Transformers supuso un hito en la historia de los personajes animados por ordenador por su realismo y complejidad, obra de la famosa empresa ILM, fundada por George Lucas, quienes siempre han confesado que las películas de Transformers son las que más tiempo y espacio les consumen en sus servidores, llegando a las miles de horas por fotograma, y aún más cuando el metraje es IMAX analógico.
- Yo, Robot (Alex Proyas, 2004)
Otro caso de personaje que roba la función, aquí al mismísimo Will Smith, y eso no es decir poco. Sony, con la voz y gestos de Alan Tudyk, es otro portento de la animación digital, y su integración es, sencillamente, perfecta, además de que sus emociones son creíbles.
- Avatar (James Cameron, 2009)
Otro hito en los efectos especiales y la integración, y viene de parte de un visionario director como es James Cameron, quien es conocido por superar los límites de lo visual: Terminator (1984), la magistral Terminator 2: El juicio final (1991), Titanic (1997) y otras tantas películas que atrapan desde el principio y no te sueltan.
Cameron quería llevar al más difícil todavía la integración de seres reales y seres virtuales y anunció Avatar: el ojo humano de aquel 2009 sería incapaz de diferenciar lo que era real de lo que no lo era, usando las cámaras digitales más novedosas y las técnicas más innovadoras de Weta Digital, con un prestigio inmenso tras su éxito con El Señor de los Anilos. El guion, reconozcámoslo, no es precisamente lo mejor ni lo más original, pero lo que importaba era dejarse transportar a Pandora y deleitarse de los increíbles mundos salidos de la mente del director. Lo logró y Avatar arrasó en los cines además de llevarse multitud de premios por sus efectos visuales, entre ellos el BAFTA y el Oscar.
La secuela, Avatar: El sentido del agua (2022) mejoraba el guion con más personajes, más profundidad y más conflicto, y ofrecía también mejoras visuales muy importantes con mayor integración realidad-virtual. Volvió a ganar los BAFTA y Oscar.
- Pentalogía El planeta de los simios (El origen del planeta de los simios, Rupert Wyatt, 2011; El amanecer del planeta de los simios, Matt Reeves, 2014; La guerra del planeta de los simios, Matt Reeves, 2017; El reino del planeta de los simios, Wes Ball, 2024)
Sería un delito no incluir estas cuatro películas en el listado ya que todos, absolutamente todos los simios en todas ellas son digitales, no hay ni uno real, por increíble que parezca. Su perfección es tan asombrosa que WETA Digital bate aquí sus propios récords tanto de integración como de llevar las emociones humanas al rostro de los simios.
- Better Man (Michael Gracey, 2025)
Y llegamos al final de la lista, con el personaje enteramente digital de Robbie Williams hecho, nuevamente, por Weta Digital. Hoy en día puede parecer normal que un simio parezca humano y sus movimientos sean perfectos, pero se ha recorriendo un largo camino lleno de innovaciones y mejoras a base de mucho sacrificio y esfuerzo.